Los Testigos de Jehová Calumniados...

"Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”.(Hechos 28:22)

¿Buscaron los Testigos de Jehová un acuerdo con Adolfo Hitler?


Muchas personas mal intencionadas se empeñan en mostrar a los Testigos de Jehová como una organización religiosa que apoyo activamente el Regimen totalitario de Adolfo Hitler, dichas personas mienten descaradamente ya que historiadores han documentado el buen testimonio de este valiente grupo de cristianos genuinos conocidos como los "Triangulos Purpuras" quienes a riesgo de su propia vida fueron capaces de enfrentarse a toda la maquinaria belica impuesta por Hitler en la Segunda Guerra Mundial, comparados con los Judios ciertamente los Testigos de Jehová eran menos y no hay duda que Hitler pudo haberlos exterminado por completo, sin embargo la historia muestra que su ferrea determinación han dejado un legado historico que ha suscitado la admiración incluso de sus mas acerrimos enemigos.

Para aquellos que duden de la veracidad y la neutralidad de los testigos de Jehová en esos tiempos turbulentos a continuación presentamos dos versiones de diferentes fuentes, la primera tomada del MUSEO DEL HOLOCAUSTO de los Estados Unidos donde podrá examinar con sus propios ojos un excelente testimonio de estos valientes cristianos que se negaron a siquiera hacer el conocido saludo nazi "HEIL HITLER" y se cuelga textualmente la información tomada de la página oficial de los Testigos de Jehová donde se muestran aspectos relevantes sobre esa epoca y se desmienten algunas calumnias de los más acerrimos enemigos autodeclarados que no tienen reparos a la hora de torcer la historia y la realidad.

Los Testigos de Jehová en el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos

Fuente de la Información:
Sitio Oficial de los Testigos de Jehová

Los testigos de Jehová se enfrentaron con valor al peligro nazi

A LOS TESTIGOS DE JEHOVÁ se les conoce bien por su firme adherencia a la Palabra de Dios, la Biblia. Frecuentemente, ese proceder requiere valor de su parte, y ejerce una gran influencia en su vida y en sus relaciones con los demás.

Por ejemplo, los Testigos tienen en alta estima a las personas de todo antecedente étnico y cultural. Aman a Dios y al prójimo (Mateo 22:35-40). De hecho, concuerdan por completo con lo que escribió el apóstol Pedro: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que, en toda nación, el que le teme y obra justicia le es acepto” (Hechos 10:34, 35).

Es también del dominio público el respeto que los testigos de Jehová tienen a la ley, el orden y las autoridades gubernativas. Jamás han sido un semillero de insurrección, ni lo serán nunca. Así es aun cuando en algunos países se les persigue debido a que adoptan la misma postura que los apóstoles: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres” (Hechos 5:29; Mateo 24:9). Al mismo tiempo, los Testigos reconocen el derecho de otras personas a regirse por los dictados de su conciencia en materia de adoración.

La valiente postura cristiana de los testigos de Jehová de Alemania y de otros países bajo el dominio de Adolf Hitler está bien constatada. Un señalado acontecimiento que tuvo lugar en Berlín (Alemania) en 1933 ilustra su valor, su amor a Dios y al prójimo y su respeto a la ley, el orden y la libertad religiosa.

No buscaron un acuerdo con Hitler

Han transcurrido más de cincuenta años desde que el espantoso reinado hitleriano de racismo y asesinato, que duró doce años, llegó a su fin. Sin embargo, el régimen nazi abrió unas heridas que afligen a la humanidad hasta el día de hoy.

La historia reconoce que solo unos pocos colectivos alzaron su voz con valentía contra el terror nazi. Entre ellos estuvieron los testigos de Jehová, de quienes se ha dicho que fueron “una pequeña isla de inagotable resistencia [moral] en el seno de una nación aterrorizada”. Su actitud valerosa está bien documentada por respetados historiadores.

Sin embargo, unos cuantos críticos, entre quienes figuran algunas personas que en un tiempo fueron testigos de Jehová, los acusan de haber buscado al principio un acuerdo con el régimen de Hitler. Afirman que los representantes de la Sociedad Watch Tower fracasaron en su intento de congraciarse con el nuevo gobierno y que, al menos durante algún tiempo, respaldaron la ideología racista nazi que culminó en el asesinato de seis millones de judíos.

Estas graves imputaciones son absolutamente falsas. A continuación examinamos con franqueza los sucesos en cuestión, fundándonos en la documentación disponible y el contexto histórico.

Una mirada retrospectiva

Los testigos de Jehová han llevado a cabo sus actividades en Alemania durante más de cien años. En 1933, había por todo el país unos veinticinco mil Testigos que adoraban a Jehová Dios y distribuían publicaciones bíblicas.

A pesar de las libertades que la constitución alemana de aquel tiempo confería, fueron objeto de frecuentes campañas de difamación, principalmente instigadas por los opositores religiosos. Ya en 1921 se acusó a los Testigos, llamados entonces Ernste Bibelforscher (Estudiantes sinceros de la Biblia), de confabularse con los judíos en actividades políticas subversivas. Se les tachó de peligrosos “gusanos judíos” bolcheviques, aunque jamás se presentó prueba alguna en apoyo de tales acusaciones. Más tarde, el teólogo suizo Karl Barth escribiría: “La acusación de que los testigos de Jehová tienen conexiones con los comunistas solo puede deberse a un malentendido involuntario, o quizá deliberado”.

Una revista religiosa alemana lanzó la acusación de que los Testigos y los judíos se habían conjurado en movimientos revolucionarios. En respuesta, la edición en alemán de la revista The Golden Age(precursora de ¡Despertad!) del 15 de abril de 1930 declaró: “No vemos motivo alguno para tomar esta acusación como un insulto, pues estamos convencidos de que, cuando menos, un judío es tan respetable como un cristiano nominal; pero rechazamos la mencionada falsedad del panfleto religioso porque su objetivo es menospreciar nuestra obra, como si no se hiciera por causa del Evangelio, sino de los judíos”.

Así mismo, el profesor de Historia John Weiss escribió: “Los Testigos estaban libres del nacionalismo racial alemán y de la amargura de siglos contra los judíos por no haberse convertido. Acaso con aire de suficiencia, aún profesaban la originaria creencia cristiana de que era preciso convencer a cuantos pudieran convertirse a Cristo”.

¿Qué sucedió cuando Hitler llegó al poder?

El 30 de enero de 1933, Adolf Hitler fue nombrado nuevo canciller de Alemania. Al principio, su gobierno trató de ocultar su naturaleza violenta y extremista. De ahí que a principios de 1933, los Testigos, igual que otros millones de alemanes, considerasen al Partido Nacionalsocialista (nazi) la legítima autoridad gubernativa del momento. Los Testigos esperaban que el gobierno nacionalsocialista comprendiera que constituían un grupo pacífico y observante de la ley que no presentaba ninguna amenaza subversiva para el Estado. Ese deseo no suponía ninguna violación de los principios bíblicos. Lo mismo que en otros países, los Testigos deseaban informar al gobierno de la auténtica naturaleza apolítica de su religión.

Pronto se hizo patente que los testigos de Jehová figuraban entre los primeros objetivos de la brutal represión nazi. De nuevo se les acusó de complicidad en una pretendida conspiración judeobolchevique. Se inició una campaña de persecución.

¿Por qué se acarreó las iras del nuevo régimen una comunidad religiosa tan pequeña? El historiador Brian Dunn señala tres razones fundamentales: 1) Su alcance internacional, 2) su oposición al racismo y 3) su postura neutral con respecto al Estado. A causa de sus criterios basados en las Escrituras, los testigos de Jehová alemanes se negaron a efectuar el saludo hitleriano, apoyar al Partido Nacionalsocialista o participar posteriormente en actividades militares (Éxodo 20:4, 5; Isaías 2:4; Juan 17:16).

En consecuencia, soportaron amenazas, interrogatorios, registros domiciliarios y otras formas de acoso de la policía y las SA (lasSturmabteilung de Hitler, tropas de asalto o Camisas Pardas). El 24 de abril de 1933, unos funcionarios confiscaron y clausuraron las oficinas de la Sociedad Watch Tower situadas en Magdeburgo (Alemania). Tras un riguroso registro que no aportó ninguna prueba incriminatoria, y a instancias del Departamento de Estado de Estados Unidos, la policía devolvió la propiedad. No obstante, para mayo de 1933 los Testigos estaban proscritos en varios estados alemanes.

Los Testigos actúan con valor

En este período inicial, Hitler se esmeró en presentarse ante la opinión pública como un defensor del cristianismo. Se comprometió a respetar la libertad religiosa y prometió que trataría a las confesiones cristianas “con objetiva justicia”. A fin de promocionar su imagen, el nuevo canciller se dejaba ver en las iglesias. Para ese tiempo, muchas personas de países que más tarde declararían la guerra a Alemania hablaban con admiración de los logros de Hitler.

Preocupado por el aumento de las tensiones en el país germano, Joseph F. Rutherford, a la sazón presidente de la Sociedad Watch Tower, y Paul Balzereit, el administrador de la sucursal alemana, decidieron emprender una campaña para informar al canciller Hitler, a los funcionarios del gobierno y a la opinión pública de que los testigos de Jehová no suponían ninguna amenaza para el pueblo alemán ni para el Estado. Evidentemente, Rutherford creía que Hitler no estaba enterado de los ataques de que eran objeto, o que algunos elementos religiosos le habían suministrado información sesgada sobre ellos.

Por lo tanto, la oficina de Magdeburgo programó una asamblea en la que se valdrían del recurso de súplica a que tenían derecho los ciudadanos alemanes. Con poca antelación, se invitó a los testigos de Jehová de toda Alemania a una reunión en el Wilmersdorfer Tennishallen de Berlín, el 25 de junio de 1933. Se esperaba la asistencia de unas cinco mil personas. A pesar de la atmósfera hostil, más de siete mil tuvieron el valor de acudir. Los presentes suscribieron una resolución intitulada “Declaración de los hechos”. Aquel documento protestó por las restricciones que se habían impuesto a la obra de los Testigos, expuso claramente la postura de estos y rechazó las acusaciones de conexiones sediciosas con cualquier causa política. Afirmó:

“Se nos ha acusado injustamente ante los mandatarios de este gobierno [...]. Pedimos respetuosamente a los dirigentes de la nación que examinen justa e imparcialmente los hechos que aquí se exponen.

”No discutimos con nadie, ni con maestros religiosos, pero hemos de señalar que quienes afirman representar a Dios y a Cristo Jesús son los que comúnmente se oponen a nuestra obra y dan a los gobiernos una falsa imagen de nosotros.”

¿Una asamblea de valor, o de transigencia?

Algunas personas sostienen que la asamblea de 1933 en Berlín y la “Declaración de los hechos” constituyeron un intento de los Testigos prominentes de demostrar su apoyo al gobierno nazi y su odio por los judíos. Sin embargo, tales afirmaciones no son ciertas. Son producto de la desinformación y de una interpretación errónea de los hechos.

Por ejemplo, los críticos afirman que los Testigos decoraron el Wilmersdorfer Tennishallen con banderas que tenían la esvástica. Las fotografías de la asamblea de 1933 muestran claramente que ellos no colocaron esvásticas en la sala. Los testigos oculares confirman que no había banderas dentro del local.

Sin embargo, es posible que sí hubiera banderas en el exterior del edificio. Unas tropas de combate nazis habían utilizado la sala el 21 de junio, el miércoles previo a la asamblea. Luego, precisamente el día anterior a la misma, una multitud de jóvenes, así como unidades de las SS (las Schutzstaffel, en su origen los Camisas Negras que formaban la guardia personal de Hitler), las SA y otros asistentes celebraron el solsticio de verano en las inmediaciones. Por tanto, los Testigos que llegaron a la asamblea el domingo debieron de encontrarse con un edificio adornado con esvásticas.

Aunque hubiera habido banderas con la esvástica en el exterior de la sala, en los pasillos o hasta en el interior, los Testigos las habrían dejado donde estaban. Incluso hoy en día, cuando los testigos de Jehová alquilan instalaciones públicas para sus reuniones y asambleas, no quitan los símbolos nacionales. No obstante, no hay ninguna prueba de que ellos mismos colgaran bandera alguna, ni de que la saludaran.

Los críticos también afirman que los Testigos comenzaron la asamblea con el himno nacional alemán. En realidad, se empezó con el cántico “La gloriosa esperanza de Sión”, el número 64 de su cancionero religioso, cuya letra se adaptó a una melodía que Joseph Haydn compuso en 1797. Ese cántico había estado en el cancionero de los Estudiantes de la Biblia por lo menos desde 1905. En 1922, el gobierno alemán adoptó la melodía de Haydn, con letra de Hoffmann von Fallersleben, como su himno nacional, lo que no quitó que los Estudiantes de la Biblia alemanes, igual que los de otros países, todavía lo cantaran alguna que otra vez.

El hecho de que cantasen una canción sobre Sión difícilmente puede interpretarse como un intento de apaciguar a los nazis. Sometidos a la presión de estos antisemitas, otras iglesias habían quitado de sus himnarios y liturgias los términos hebreos, como Judá, Jehová ySión. Los testigos de Jehová no hicieron lo mismo. Por lo tanto, podemos estar seguros de que quienes organizaron la asamblea no esperaban granjearse el favor del gobierno con un cántico que ensalzaba a Sión. Es posible que algunos asambleístas se mostraran reacios a cantar “La gloriosa esperanza de Sión”, debido a que su melodía, la composición de Haydn, era también la del himno nacional.

Fotografías históricas de la asamblea que los testigos de Jehová celebraron en el Tennishallen en 1933

Declaración de intenciones

En vista del nuevo gobierno y de la agitación del país, los Testigos querían dejar bien sentada su postura. Por medio de la “Declaración” desmintieron con firmeza las acusaciones de que mantenían lazos económicos o políticos con los judíos. A este respecto, el documento declaró:

“Nuestros enemigos nos acusan falsamente de haber recibido de los judíos apoyo económico para nuestra obra. Nada más lejos de la verdad. Hasta la fecha, los judíos jamás han contribuido la menor cantidad de dinero a nuestra obra.”

Habiéndose referido al dinero, la “Declaración” pasó a denunciar las prácticas injustas del comercio a gran escala. Dijo: “Han sido los comerciantes judíos del imperio británico-americano quienes han generado y mantenido el comercio a gran escala a fin de explotar y oprimir a la gente de muchas naciones”.

Es evidente que esta afirmación no se refería al pueblo judío en general, y es lamentable si se ha malentendido y ha ofendido a alguien. Ha habido quien ha dicho que los testigos de Jehová compartían la hostilidad hacia los judíos que generalmente se enseñaba en las iglesias alemanas en aquel entonces. Esa acusación es absolutamente falsa. Por medio de sus publicaciones y de su conducta durante la era nazi, los Testigos rechazaron los criterios antisemitas y condenaron el maltrato que los nazis dispensaban a ese pueblo. La bondad con que trataron a los judíos que corrieron su misma suerte en los campos de concentración refuta de modo contundente esa calumnia.

La “Declaración” indicó claramente el carácter religioso de la obra de los Testigos, al decir: “La nuestra no es de ningún modo una organización política. Solo insistimos en enseñar la Palabra de Jehová Dios a la gente”.

El documento también recordó al gobierno sus propias promesas. Los Testigos defendían algunos nobles ideales que el gobierno alemán abanderaba públicamente, como los valores familiares y la libertad religiosa.

A este respecto, la “Declaración” añadió: “Un examen minucioso de nuestros libros y demás publicaciones pone de relieve el hecho de que los mismos elevados ideales que sostiene y promulga el actual gobierno de la nación se exponen, defienden y recalcan con firmeza en dichas obras, y muestra que Jehová Dios se encargará de que todas las personas que aman la justicia los alcancen a su debido tiempo”.

Como vemos, los Testigos jamás declararon que apoyaran al partido nazi. Es más, ejercitando el derecho a la libertad religiosa, ni siquiera pensaron en suspender su predicación pública (Mateo 24:14; 28:19, 20).

Según el Anuario de los testigos de Jehová para 1974, algunos Testigos alemanes se decepcionaron de que el tono de la “Declaración” no fuese más explícito. ¿Suavizó el texto del documento Paul Balzereit, el administrador de la sucursal? No, ya que una comparación de los textos alemán e inglés revela que ese no fue el caso. Quienes así pensaron al parecer se basaron en las impresiones subjetivas de algunos Testigos que no estuvieron directamente implicados en redactar la “Declaración”. El hecho de que Balzereit renunciara a su fe solo dos años después también pudo influir en las conclusiones a las que llegaron.

Ahora sabemos que el sábado 24 de junio de 1933, precisamente el día anterior a la asamblea de Berlín, se promulgó un decreto que proscribía a los testigos de Jehová. Los organizadores de la asamblea y la policía se enteraron varios días después. Si tenemos en cuenta el clima de tensión y la evidente hostilidad de los funcionarios nazis, es de destacar que siquiera se celebrara la asamblea. No es una exageración decir que 7.000 Testigos arriesgaron valientemente su libertad cuando asistieron a ella.

Tras la misma, los Testigos distribuyeron 2.100.000 copias de la “Declaración”. Algunos fueron arrestados de inmediato y enviados a campos de trabajo. De este modo, el gobierno nazi desveló por completo su naturaleza opresiva y violenta, y al poco tiempo atacó con todas sus fuerzas a este pequeño grupo de cristianos.

La profesora Christine King escribió: “Los nazis estaban por aprender que la fuerza bruta no subyugaría a los Testigos”. Fue tal como la “Declaración” señaló: “El poder de Jehová Dios es supremo, y no hay otro poder que sea capaz de oponerle resistencia”.

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¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?


SE ACUSÓ a Jesucristo de ser borracho, glotón, violador del sábado, falso testigo, blasfemo y mensajero de Satanás. También se le inculpó de subversión. (Mateo 9:34; 11:19; 12:24; 26:65; Juan 8:13; 9:16; 19:12.)

Después de la muerte y resurrección de Jesús, sus discípulos fueron de igual modo el blanco de graves acusaciones. Una muchedumbre arrastró a un grupo de cristianos del siglo primero ante los gobernantes de la ciudad, clamando: ‘Estos hombres han trastornado la tierra habitada’. (Hechos 17:6.) En otra ocasión, se llevó al apóstol Pablo y a su compañero Silas ante las autoridades y se les acusó de turbar muchísimo la ciudad de Filipos. (Hechos 16:20.)

Más tarde se acusó a Pablo de ser “un individuo pestilente [...] que promueve sediciones entre todos los judíos por toda la tierra habitada”, así como de querer “profanar el templo”. (Hechos 24:5, 6.) Los judíos principales de Roma reflejaron con exactitud la situación de los seguidores de Jesús cuando reconocieron: “Porque, verdaderamente, en lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella”. (Hechos 28:22.)

Está claro, pues, que había quien consideraba a esa nueva comunidad fundada por Jesús como una agrupación religiosa con ideas y prácticas radicales que chocaban con el comportamiento social aceptado entonces. Sin duda, muchas personas de hoy hubieran considerado a los cristianos una secta destructiva. Los opositores eran con frecuencia miembros eminentes y respetados de la sociedad, lo que daba más peso a sus acusaciones. Muchos creyeron las acusaciones lanzadas contra Jesús y sus discípulos. No obstante, como probablemente sepa, cada uno de esos cargos era falso. El hecho de que la gente dijera esas cosas no las hacía verdaderas.

¿Y hoy día? ¿Sería exacto referirse a los testigos de Jehová como una agrupación religiosa con ideas y prácticas que chocan con la conducta social aceptada? ¿Son los testigos de Jehová una secta peligrosa?